“La estrategia de salida de Musk es un modelo de hipocresía”, declaró Twitter en su reciente demanda contra Elon Musk, después de que el millonario decidiera no comprar la red social porque, entre otras razones, esta le habría mentido sobre la cantidad de usuarios falsos que posee.
Pero, que Twitter tiene bots (y muchos), no es un secreto. Este escenario resulta curioso, porque los bots -como toda inteligencia artificial (IA)- son creados para servir a la gente, con la idea de que puedan sostener conversaciones, con un lenguaje natural, tal y como si fueran personas reales.
De hecho, en la aplicación es normal ver bots que son utilizados por usuarios para recordarles un tuit en específico, darles la hora o pronosticar el clima. Incluso, son empleados por empresas como asistentes virtuales para resolver dudas de forma automática y rápida, beneficiando así las relaciones con los clientes.
Sin embargo, ¿qué pasa cuando los bots están al servicio de personas que tienen fines negativos? Esto lo vemos, por ejemplo, cuando una gran cantidad de bots son programados con el objetivo de mover la conversación hacia una tendencia determinada. Es decir, la idea es que los bots se hagan pasar por personas para influir, por ejemplo, en la intención de voto de un grupo de usuarios, o mover la balanza hacia una opción determinada en una discusión de un tema de interés general o, incluso, proliferar noticias falsas.
Cuando se le quiere dar un mal uso a los bots, sus administradores buscan que se vean como personas reales, para así aumentar su credibilidad. Es una locura, pues con una simple mirada a sus perfiles, la información que muestran puede llegar a ser convincente. Por todo esto, preocupa que más del 5% de las cuentas de Twitter sean bots, ya que no puede existir libertad de expresión en una plataforma que tiene mucho contenido artificial o gestionado.
Es por ello que hoy, más que nunca, tenemos la responsabilidad de educarnos y educar a nuestro alrededor para identificar cuándo estamos frente a un bot, en especial cuando su objetivo es engañar.
Para esto, cualquier persona puede hacer un análisis de perfil, para determinar si esa opinión o noticia proviene, efectivamente, de una persona o de inteligencia artificial. Para ello hay que fijarse en detalles como la foto de perfil; si ésta es genérica, como sacada de un banco de imágenes, probablemente se trate de un bot; el nombre del usuario, ya que si tiene una gran cantidad de números o caracteres podría tratarse de IA; el timeline, pues si es un bot se encontrarán mensajes repetitivos en torno a un tema en específico; también seguirán una gran cantidad de cuentas que lo desconocen y, finalmente, la fecha en que se creó el perfil, pues si es reciente, es para sospechar.
Independiente de con quién estemos de acuerdo, la batalla entre Musk y Twitter deja entrever una gran advertencia para quienes ocupan las redes sociales en su día a día: a pesar de todos los beneficios que nos proveen, éstas pueden ser un arma de doble filo, debido a la manipulación externa que utiliza bots para engañar a usuarios reales como tú o como yo.
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