El pisco Capel se convirtió en el patito feo de los piscos. Juzgado y criticado por muchos, cayó en una situación que muchas marcas temen y que, probablemente, incidió en una caída de clientes y ventas. Según el cuento, el patito -diferente de todos sus hermanos- decide alejarse de todos los que lo hacen sentir mal por su apariencia y emprende un rumbo triste, sin paradero, metas ni objetivos. Sin embargo, la suerte lo acompaña y encuentra una familia de cisnes que lo hace dar cuenta que, en realidad, él es un cisne.
Pero en el caso de Capel, estamos frente a un patito feo moderno que no dejó su destino a merced de la suerte. En este rumbo, el animalito decidió hacerse cargo de esa mala percepción que todos tenían sobre él y, deliberadamente, se vistió de cisne para probar su punto: “Capel es un pisco de gran calidad y la mala percepción está en tu cabeza”.
Bastó solo con voltear las letras y añadir un branding más elegante: el patito feo Capel se convirtió en el grandioso cisne Le Pac. Curioso, porque aunque ahora nos resulta cómicamente obvio, nadie se dio cuenta de aquel disfraz y, después de este experimento, lograron que más de mil personas le dieran un puntaje de 6.7 sobre 7, siendo el mismo contenido en su interior, un mismo patito feo.
“La percepción es más real que la realidad”, comentaba un profesor de conducta del consumidor en la universidad, y es que es verdad: las personas se mueven por percepciones y también por la opinión de los demás. Un simple comentario, un conjunto de carácteres escrita por una persona que incluso podría no haber probado el pisco, se hace más real que la calidad misma del producto.
En ello vemos la importancia de las redes sociales, porque es ahí donde se genera el espacio para que otras personas, iguales a nosotros, nos recomienden marcas y productos. Influyen sobre nuestra percepción e incluso comenzamos a convertir como propias las opiniones que escuchamos.
Ya conocemos el final del cuento, pero vamos a cambiar un poco la moraleja: Capel nos enseñó que siempre fue un cisne por dentro, quizás su imagen no se adaptó a los nuevos tiempos, pero no quiso renunciar a su marca. ¿A qué me refiero? Le Pac y Capel son lo mismo, y todo ese revoloteo de malas opiniones fue lo que definió su supuesta mala calidad. Quizás el camino fácil era lanzar una nueva marca e imagen gráfica, sin embargo, optó por hacer que Le Pac fuese una edición limitada y dejarnos una lección.
Estamos frente a una historia con un vuelco muy interesante y creativo del marketing chileno, donde más adelante veremos si realmente impactó en ventas. Y esto no va a cambiar todo el sistema de percepciones que existe en las redes sociales, pero, quizás sí, a unos cuantos, nos haga pensar dos veces: ¿será realmente feo ese patito?
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